miércoles, 7 de julio de 2010

Despedida.

El día y la noche de mi 18 cumpleaños los pasé navegando entre las islas de Tenerife y La Palma en la Regata Lustral de aquel año. Hoy, 10 años más tarde, me acuerdo muy bien de aquella travesía, y de todo lo que hicimos la tripulación (junto con las otras tripulaciones, con los amigos) al llegar a la isla.

Aquél verano de los 18 años y de las mil decisiones empezó otro viaje que hoy me tiene en una pequeña ciudad del centro de Alemania de la que nunca había oído hablar hasta hace 3 años. Aquél verano de escoger la carrera: Química. Aquél verano en que hasta el último momento no decidí si quedarme en España o irme a Alemania, como casi todos mis compañeros del colegio. Llegué a estar aceptado en Friburgo y Heidelberg. Llegué a pedir una beca a una fundación alemana, que no me concedieron. Largos paseos en la playa de El Médano, vueltas y vueltas mareando a mis pobres padres y hermana que, afortunadamente para mí, 10 años después siguen teniendo la misma paciencia.

Abro el anuario de mi clase, ABI 2000, que a duras penas conseguimos publicar una compañera mía y yo. Leo en mi cuestionario Tú dentro de 10 años:
Investigando, lo que sea: detrás de un telescopio, de un microscopio o con unas gafas de bucear, pero investigando. O a lo mejor, casado, con hijos y ganando mucho dinerito.
La mezcla de ingenuidad y lucidez de cualquier persona que no sabe muy bien lo que dice. Primero, ahora que sé lo que realmente es investigar, me dan ganas de sentar a ese pibe delante de mí y preguntarle: ¿Pero seguro que tú quieres investigar? ¿Sabes realmente lo que significa? No será, que lo que quieres es aprender, que es bastante distinto, aunque de lejos parece lo mismo? Segundo, ¿por qué estás tan seguro de que investigar y casado-hijos-dinerito son cosas excluyentes? Sigo con el anuario y me encuentro con un artículo del profesor de química, en el que bromea sobre cómo mis intentos de ganar el Nobel amenizan sus clases. Sigo hojeando, y veo al profesor de matemáticas, que una vez, al acabar de hacer yo alguna gracia, le dijo a toda la clase que de vez en cuando me necesitaba. Y ahí, en su artículo me encuentro con que Guillermo hat eine tolle Idee, aber immer noch keine Lösung.

10 años más tarde, algunas buenas ideas más tarde, y algunas soluciones -espero- más tarde, aquí estoy, estoy punto de cerrar una etapa de ese viaje que empezó a bordo del Silvia V. La pregunta ahora es: Dónde te ves dentro de 10 años?

Nota: Con este post me despido y cierro el blog, un experimento que disfruté durante estos años pero que últimamente me ha sido imposible mantener. A todos los que alguna vez lo leyeron, muchas gracias. A los que en algún momento pensaron que lo que aquí se decía no era del todo aburrido, muchas gracias. A los que me lo dijeron en persona, sigan con la medicación. Espero que me perdonen este último post más personal que de costumbre, hablando de mí. Gracias por estar ahí. Guille

lunes, 23 de noviembre de 2009

Ex.

Como cualquier antigua novia que se merezca ese nombre, Berlín me recibe con una mezcla de sospecha y alegría. Contenta, pero sin dejar de pensar ¿Y qué querrá éste ahora de mí? Probablemente no le guste la soltura con la que intento moverme por sus calles. Las conozco más de lo que a ella le gustaría admitir. A mí -y también me cuesta reconocerlo- me duele un poco que ella siga encantadora como siempre. Esperaría que se fuera marchitando, que me recibiera con un Así estoy yo sin tí, pero está espléndida. Qué le vamos a hacer, ya me ha superado.

Paseo por sus calles como si viviera aquí, con tiempo en las manos y las manos en los bolsillos. Miro escaparates sin comprar nada. El barrio con más galerías de arte por metro lineal se ha convertido en el de más obras por metro cuadrado. No me esperaba menos de Berlín, la mejor ciudad del mundo para jugar al escondite:









jueves, 12 de noviembre de 2009

El hombre que susurraba a los burócratas.


Con el tiempo, se aprende que la mejor manera de aproximarse a un burócrata en Alemania es como uno se acercaría a un caballo salvaje: ningún movimiento brusco, pero con voz firme que le dé confianza. Hay que transmitir -aunque no sea cierto- que en ese justo instante en el que humildemente nos presentamos ante él o ella, el futuro del universo está en sus manos.

¿Por qué? Tres motivos. Primero, si se muestra debilidad a través de una voz que deje entrever alguna duda, el burócrata aplacará la incipiente conversación recitando alguna generalidad por la cual la pregunta que uno está a punto de hacer -y que por tanto, él todavía no ha oído- ya está respondida o la respuesta será claramente obvia. Segundo, es muy probable que mientras preguntamos (con voz firme) el burócrata dedique más tiempo a detectar errores superficiales en nuestra pregunta que a enterarse del fondo de la cuestión, resultando en algo así como "Yo no sé cuál será la respuesta, pero de momento esa pregunta está mal hecha." Y por último y más importante, cabe la remota posibilidad de que -pasadas las dos fases anteriores- el burócrata realmente entienda lo que uno quiere y se dé cuenta de que -oh my god- él no conoce la respuesta. Si esto ocurre, lo que uno quiere es que él se sienta cómodo como para decirlo y averiguar la respuesta por teléfono con uno mismo delante. Eso sólo ocurrirá si le hemos dado sensación de que él es el jefe supremo desde el principio. Cuando llame, tiene que estar convencido de que llama porque él así lo ha deseado, no porque un pobre que no se entera de nada le haya puesto en aprietos.

Por todo lo anterior, se deben saborear especialmente los momentos de gloria en los que, aún siguiendo las instrucciones anteriores, uno es capaz de llevar de la mano al burócrata a un punto en el que él mismo se da cuenta de que -oh my god II- existen informaciones contradictorias en su propio discurso. En ese momento cósmico, el burócrata, genuinamente convencido de que su palabra y la ley son prácticamente indistinguibles; esa misma señora detrás de una mesa con portarretratos de sus hijos, la misma persona que nos hubiera despachado con algún aspaviento desde el principio, pero que no lo hizo porque parecíamos tipos normales que sabían lo que preguntaban, sí, ese burócrata se colapsa delante de nuestros ojos, en su mirada el terror de quien reconoce que no sabe qué hacer. Es un equivalente facial a ésto:


PS: Hecho con todo el cariño hacia mis amigos del Finanzamt, la Meldebehörde, la Ausländerbehörde, la Krankenkasse, la Arbeitsagentur, la Personalstelle, la Steuerberatung, la Hausverwaltung y muchos más que ahora se me olvidan. Los llevo en mi corazón, junto a mi Anmeldung, Lohnsteuerkarte, mi Steueridentifikationsnummer, mi Personalnummer, mi Versichertenkarte y mi Freizügigskeitbescheinigung.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Ajena.

Las ciudades -nos guste o no- también nos habitan a nosotros. Se pasean por nosotros, nuestras esquinas y nuestras plazas. A veces haciéndonos sentir bien, otras dándonos escalofríos y en algunos casos, cogiéndonos cariño.

Jena debe de sospechar que la odio, y es cierto que motivos no le faltan. Se enfada y nos envuelve a los dos en una neblina que oculta sus vergüenzas. Luego se le pasa y me perdona. Se intenta poner coqueta, con dos o tres días de glorioso otoño de cielo azul y fuego en los árboles, aunque todo acaba quedando en buenas intenciones.

Con reflejos envidiables -me conoce bien-, cuando me voy a ir con otra a engañarla por dos o tres días, intenta que por lo menos me vaya con ganas de volver. Espero irme de aquí antes de que consiga convencerme del todo.

martes, 26 de mayo de 2009

Desde Jena a Santa Bárbara.

Mientras mis amigos duermen la siesta en su apartamento de Santa Mónica, yo me distraigo en su salón -que también será mi dormitorio por esta noche. Después de una semana de sesudas conferencias, entre físicos teóricos y gente que en su laboratorio genera los eventos medibles más cortos conocidos. Por el campus, estudiantes en playeras y bicicletas nos recuerdan que, si pagas unos 40.000 dólares al año, la universidad es Disneylandia. Zonas ajardinadas, laguna, playa y monopatín. Se lleva un relajo generalizado que parece ser característico de California. Cerca del instituo de física teórica se van acabando los surferos y surferas sobre ruedas, y empiezan a aparecer los sospechos habituales: indios, chinos y más gente con pinta de no estar en Santa Bárbara por el buen tiempo. Con la ciudad universitaria vacía por el fin de semana largo, en la lavandería sólo queda la empleada:

No vayas a LA. Se supone que sólo hay freeways y mal rollo. Nos acercamos hasta el Getty Museum. Allí, entre remarcables(*) obras de arte, ella sigue esperando que la pasen de la terracota al mármol:


Aprovecho Santa Mónica, el amigo, la suerte y todo lo demás para saludar al Pacífico y acordarme de otro sitio:


(*) El spanglish está por todos lados, desde el agua reclamada, a remover la basura...

lunes, 4 de mayo de 2009

Desde Jena a Londres.

Una semana en Londres: curso, sesión de pósteres, simposio. Tema del congreso: control sobre la luz y, con suerte, de la materia. Londres ayudó con la luz, nosotros intentamos poner la materia. Sesión de pósteres ruidosa y corta, sesión de charlas ruidosa y larga. Gente agradable y ciencia buena. ¿Qué más se puede pedir?

El efecto British Museum. Cuando hay exceso de información, muchas personas intentan fijarse en los detalles. Quizá no resuman totalmente la información, pero a veces sirven para fijar algunas ideas. Cuando la información sobrepasa mi capacidad de interpretarla, intento hacer exactamente lo contrario. Puede pasar -y pasa- en conferencias en donde en vez de no perder detalle me fuerzo a "desenfocar" mi atención. La información que consiga llegarme así, a pesar de estar distraído, será aquella que realmente me interese, la que, cuatro días después de la charla, podré contarle a alguien. Es el efecto British Museum, depués de la quinta sala, se ha perdido la sensibilidad, más vale no fijarse en nada. Desenfocar la mirada y pasear, dejando que sea el propio museo -dónde está colocada una pieza, por qué delante de algunas hay mucha o poca genta- el que se encargue, sin preocuparnos de entender todo y no perder detalle.

Paseamos por Londres y al principio intento no perder detalle:

aunque al final acabe desenfocando la mirada:


viernes, 27 de marzo de 2009

Lo que entra en un blog.

¿Por qué estás leyendo estas líneas ahora? Probablemente nos conozcamos y hayamos hablado del blog, incluso es muy probable que vivamos en la misma ciudad, vayamos a los mismos bares y nos veamos al menos una vez a la semana. ¿Eres un familiar que me sigue la pista de lejos? ¿Algún amigo común blogger me ha puesto en sus links? ¿He comentado en algún otro blog usando el perfil berlinajena y has llegado rebotando, sin saber nada de Berlín, de Jena todavía menos? Una cosa es segura: cuando me pongo a escribir, no lo puedo saber.

El blog no sirve para nada. No es un blog de viajes (estuve aquí, recomiendo el coqueto restaurante de la ciudad vieja, tal pueblecito merece una visita), tampoco es un blog de cine (no se la pierdan, exagerado DeNiro), de libros (me gustó más su primera novela, lo leí de un tirón) o de fotos (estando flickr y picasa). Por supuesto que ocasionalmente hay alguna que otra opinión sobre algo de todo lo anterior, pero en internet ya hay suficientes todólogos. Y para exhibir intimidades, informar de mis últimos movimientos y hacer otro millón de tonterías más o menos entretenidas ya están twitter, facebook, myspace o tuenti.

¿Qué va, entonces, en un blog? No tengo ni idea, supongo que lo único que vale la pena escribir son cosas que a uno mismo le gustaría leer. Para que de vez en cuando alguien -muy próximo o completamente desconocido, que viva en Jena o en Buenos Aires- dedique un minuto y medio de su tiempo a distraerse. Y, con suerte, quizá le apetezca volver a pasarse por aquí.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El principio...

...es la mitad de todo, me dijo mi padre aquella vez. Supongo que, una vez más, habrá que hacerle caso al viejo.

Mientras tanto, un librero de Mainz me hace este guiño con sus libros de viaje:
Todo lo demás bien, es que aparte del blog también escribo una tesis, a la que de vez en cuando dedico algo de tiempo. Feels good to be back.

martes, 20 de enero de 2009

Crack.

Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que me la guardan.

En ese momento, cuando conseguí volver a dormirme, me alegré de haber conocido a áquel tipo. Situación: a las tres de la mañana de un lunes, mi cama decide que hasta aquí hemos llegado: adiós muchachos. Cayó en mi casa por casualidad, ha sido una fiel compañera en muchos pisos, mudanzas e incluso almacenes temporales. La cama ha sobrevivido a cinco casas, dos ciudades, un cambio de bici, de universidad, de novia y hasta de tema de tesis. Junto con la caja de herramientas, el reloj de pared y la librería.

Con sólo una pata de la cama rota (cuatro patas rotas permitirían poner el colchón sobre el suelo) me acordé de él, y de de su cama, siempre con cuatro montones de libros como patas. Nunca los tomos de Tolkien, Grass o Mann le habían sido tan útiles, decía. A Platón y a Nietzsche los iba intercambiando, de la cama a la librería, según su estado de ánimo.

Cierro los ojos y repaso la selección de libros que -hoy más que nunca- me van a ayudar a dormir. Una antología de poesía alemana -poco ojeada desde que la saqué de una caja de frutas un mercadillo en Berlín-, el Tambor de Hojalata que no he tocado desde que lo compré en Weimar (Günter Grass, gran productor de ladrillos), un libro sobre fisicoquímica que abro menos de lo que debería y para el ajuste fino, las 96 páginas la constitución alemana, también caída en mis manos sin yo quererlo. Debería leer más.

viernes, 16 de enero de 2009

Sálvese quien pueda.

En un acto de generosidad, la Rebública Checa me ayuda a escribir el blog. El gobierno de ese país, con motivo de su presidencia de la Unión Europea, encargó una escultura, que ya está colgada en Bruselas. El artista que obtuvo el encargo ha hecho un monumento al estereotipo nacional, algo así como una exageración -para algunos ofensiva- de cómo ven, o de por lo menos cómo ve él, el resto de naciones de la Comuniadad Europea: italianos que sólo juegan al fútbol, Francia en huelga, España cubierta de cemento armado, Dinamarca hecha de Legos, Alemania obsesionada con los coches etc. De dudoso gusto -lo dudo yo, no sé qué pensaran otros, la escultura ha causado la previsible indignación de algunos países (Bulgaria es representada como el aseo de Turquía). El artista se defiende diciendo que lo que hace falta es tener sentido del humor. . La pena es que no todo el mundo tiene sentido del humor.

En unas horas estaré siendo llevado en coche unos 300 kilómetros por un señor alemán, en su coche alemán, con sus neumáticos de invierno alemanes, rodando a velocidades alemanas por buenísimas carreteras alemanas. Un dato: no tengo ni idea de quién es el señor, si fuma, conduce bien o mal o si se siente representado (o no) por la escultura de arriba. Lo peor que me puede pasar es que el tío no tenga sentido del humor.

El avión que se ha ido de pesca al río Hudson me da pié para poner el ejercicio sobre estereotipos para el fin de semana:
Se cae el avión al mar. Un alemán, un español y tú se quedan flotando sobre un ala. El ala se parte en dos, hay que decidir si te vas con el español o con el alemán.

a) Me voy con el alemán. Sabe perfectamente dónde nos hemos caído, confía en que los servicios de rescate nos encuentren. Me fío.
b) Me voy el español. Alguna vez he oído por ahí que los españoles improvisan bien, saben adaptar el plan según va cambiando la situación. Algo se le ocurrirá.
c) Esta encuesta me parece un estupidez. El blog flojea últimamente.

martes, 13 de enero de 2009

Liebe Zuschauer.

Empiezan a ocurir cosas raras. No lo digo porque mi planta siga aún extrañamente viva, porque mi vecina no haya gritado por teléfono en la última semana o no me hayan perdido la maleta al pasar por Madrid Barajas. Incluso el lavar un número impar de calcetines todas las veces ya no me parecía extraño. Había estado a punto comprender lo de los rusos, los ucranianos y el gas. Pero no estaba preparado para ésto: estoy considerando pagar voluntariamente las tasas de la televisión pública alemana.

Aquí podría insertar un párrafo-tipo sobre la televisón española y bla bla bla. Vale, aceptamos barco. Incluso podría acordarme de la cantidad de programas absurdos de la tele alemana. Ok. Aún así, me quito el sombrero. En una hora y media de ruido de fondo mientras cocino, limpio y escribo el blog me explican todo, sin interrupción. Por enésima vez lo de los bancos y el crédito. Antes, la mísimisma Angela Merkel entrevistada por dos peridistas que no le dan cuartel. Durante un informativo en directo, el ministro de hacienda se conecta y responde las preguntas incómodas la periodista ¡de la cadena oficial, tipo No llega ésto muy tarde? No nos endeudamos mucho? Seguro que saldrá bien? Todo ello sin contar los ocho millones de documentales de la segunda guerra mundial, el nacionalsocialismo, el Holocausto, casi siempre de producción propia y bastante sólida. O los mil programas de ciencia, o por lo menos, de tecnología cotidiana, del tipo Cómo funciona...?

Por supuesto, no me he vuelto del todo loco. Creo que seguiré pagando sólo las de la radio que, por otra parte, es muy, muy mala.

miércoles, 7 de enero de 2009

En blanco y negro.

Cinco de enero, mediodía, playa de Las Teresitas:
La foto NO es una postal.

Siete de enero, mediodía, en algún lugar entre Erfurt y Weimar:

La película es en color.

Se me había olvidado el taca-taca de la maleta en los adoquines, hoy amortiguado por la nieve compactada. Los higrómetros que dan palmas, los termómetros que se han dado la vuelta y el buzón que explota de publicidad. Salimos de casa y a casa llegamos.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Una hora menos.

Habrá sido el mojo. Las cinco Doradas de la comida y los seis Arehucas de después no creo que tengan nada que ver con la mañana un poco confusa. Para despejarse, menos mal que -por estar donde estamos- se puede hacer ésto:

La cajera del supermercado va pasando la compra a mucha velocidad. Al mismo tiempo, por teléfono., intenta convencer al peluquero de que la coja esta tarde -...yo...marcar y peinar...sí, eso...y mi madre sólo para el color...- Sin dejar de hablar, cobra, apunta una dirección y mete la compra en bolsas de plástico. (¡Sí, plástico!). Al lado, un pibe de no más de doce años le pregunta desconsolado a la panadera que qué panes se pueden comer teniendo aparato en los dientes. Ella se ríe y desde la cola le veo brillar la ortodoncia: Llévate de éste mi niño.

Aquí estamos, una hora menos, un año más. Empieza terremoto 2009.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Happy landing.

En la larguísima y aburrida cola del control de segurdidad en el aeropuerto de Frankfurt me pongo a tararear...for the sake of having you near..., al tiempo que me pregunto por qué demonios me seguirá gustando viajar solo. Olvidados los considerables esfuerzos para ajustar fechas, precios y vacaciones, ya sólo queda viajar.

Tarareaba también ayer, al volante y rumbo al Oeste, mientras mi tímido y aburido compañero de coche dejaba de mirar la lluviosa puesta de sol para lanzarme miradas inquietas por el rabillo del ojo.

Tarareo finalmente, acabado de aterrizar, mientras espero mi maleta. Llegamos al Sur del Sur:l os 19º C, la hora menos y la soleada puesta de sol se ríen de mi abrigo. I got you under my skin.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Ja, wir können.

En un delicioso gesto de alemanidad, el Tribunal Constitucional Federal de Karlsruhe se ha tumbado una ley por anticonstitucional, así, directamente. El por qué toda esta historia exuda alemanidad -de la buena, o como mucho de la neutra- por todas partes es algo que intentaré explicar.

En primer lugar puede uno preguntarse por qué el Tribunal Constitucional Federal está en Karlsruhe (y no en Berlín o Bonn, por ejemplo). Respuesta: los tribunales federales alemanes, que juzgan para toda la República están repartidos por el todo el país: el de Asuntos Laborales está aquí en Erfurt, el de Administrativos en Leipzig, el correspondiente a Finanzas en Munich. Se trata de escenificar la descentralización del poder judicial -con el toque alemán: al pie de la letra. En España, mucha mala política regional se consigue como oposición a ese ente, central, etéreo e intangible llamado Madrid. Eso aquí pasa mucho menos. ¿Qué pasaría si los caciques regionales no pudieran asustar a la gente con el fantasma de Madrid?

Volviendo a los alemanes ¿de qué ley estamos hablando? Se trata en realiad de una reforma de la ley conocida como Pendlerpauschale, que en su nombre ya contiene la alemanísima e intraducible partícula pauschal, que es un gasto fijo que no depende de la cantidad de servicios prestados (los minutos de teléfono, litros de agua, meses de contrato etc*). Ésta ley, con más de 100 años de antiguedad en Alemania (o Prusia), establece un valor determinado a devolver de los impuestos por c/kilómetro recorrido entre domicilio y trabajo. Mientras algunos la encuadran dentro de la tradición social alemana (intenta ayudar a los que viven en zonas sin trabajo), otros la consideran antiecológica o peor aún, impulsora de las ciudades dormitorio. ¿Qué hacemos los demás? Sentarnos a ver a los alemanes haciendo lo que más les gusta: discutir no sobre un juego, sino sobre las normas que lo rigen (mi último ejemplo preferido, la Rechtschreibreform).

Dónde, en qué medida, en qué casos, con qué excepciones se aplica el qué, cuándo, a quién. Regeln, Regeln, Regeln. ¿Exactamente qué es lo que había de anticonstitucional en la reforma? Pues que la ley -con más de 100 años- retribuía todos los kilómetros, y la reforma que entró en vigor en enero de 2007- la que en realidad se han tumbado en Karlsruhe- sólo reconcía a partir del km 20. Osea, los que trabajan en el pueblo de al lado (media Alemania trabaja en el pueblo de al lado) se van con las manos vacías. Lo que nos trae todavía más aspectos alemanes(**) de la historia: la tendencia alemana a desglosar el coste de las cosas, dividirlas en tramos proporcionales a otras cosas, ajustarlas a determinados factores. Ejemplos:

a) los sueldos que se cobran en función de la edad, antiguedad, hijos o pareja y, muy importante, el convenio colectivo (Tarifvertrag) que se aplique. b) El porcentaje de gastos paga el inquilino cuando se renueva una casa en función de si se renueva la cocina, el baño o un dormitorio, y de los años que se han vivido en ella(***). c) Cuánto y cómo se contribuye a los gastos de una comunidad(Nebenkosten) de viviendas en función del area total de los radiadores de cada vivienda y de si se ha vivido en meses de invierno o de verano (corolario: qué meses específicamente, puesto que no es lo mismo un mes de calefacción en noviembre que en febrero). Último ejemplo y e), cuando después de una cena romántica en un restaurante, a la luz de la velas, llega la camarera y le pregunta a la parejita si pagan juntos o separados.

Ésto último vuelve a poner de relieve la alemanidad de la sentencia de Karslruhe: el Ich bin doch nicht blöd, exportado a España -ésto sí- traducido como Yo no soy tonto. Lo que se diría en Sevilla, vaya, "ser de la cofradía del puño cerrado". Al consumidor alemán no le toma el pelo nadie (para eso tienen la TÜV, el instituto DIN, la Stiftung Warentest o la dirección www.was-steht-auf-dem-ei.de****), y en cuestiones económicas muchísimo menos el propio Gobierno Alemán. Ellos pagan (pagamos) impuestos, y bastante altos, pero ni un céntimo más. El consumidor (o inquilino, o contribuyente) alemán está organizado, federado y enterado de todo Schnäppchen (chollo o ganga) para ahorrarse unos centimillos. La demanda ha sido interpuesta por -atención- un ingeniero y un panadero contra -atención- el ¡Gobierno Federal! contando, eso sí, con el apoyo de -atención- la federación alemana de contribuyentes.

A todo ésto, los de hacienda, están temblando a la espera de que Melchor, Gaspar y Baltasar les envíen una copia corregida de su declaración de impuestos del año 2007 pidiendo lo que les tienen que devolver. Feliz Navidad y perdón por el rollo.

*A veces coincide con tasas (por hacer un trámite administrativo, por ejemplo).
** ¿Cómo está la cosa en España?
*** Que todo el mundo se lea bien su contrato. Está ahí.
**** Vayan a la nevera y miren dentro del cartón de huevos. Está ahí.

ps. ponemos a cero el contador del chocolate. La presión social. Una cosa llevó a la otra y...

martes, 9 de diciembre de 2008

Volver.

Después de una larga afonía mental y todavía bajo un síndrome de abstinencia de chocolate, algunas visitas (como vistado y como visitante) me han entretenido como para no escribir. Es el momento de volver, con la frente más chica.

Flashback: En la buenísima Una historia del Bronx(*), Robert De Niro intenta que su hijo Calogero no se enamore del gángster local (Chaz Palminteri, que además firma la obra original y el guión adaptado*) y le acabe sustituyendo como figura paterna. En un momento memorable de película -anterior a la era pop de los mafiosos, véase Los Soprano, Una Terapia Peligrosa etc-, el adolescente escucha atento el consejo del gángster sobre cómo reconocer a la mujer de su vida: el test de la puerta del coche. Sin pedírselo, la chica abrirá desde dentro el seguro de la puerta del conductor después de haberse subido al coche.

Bien, nunca tuve un coche para llevar la prueba a cabo, pero algo parecido me ocurrió con un amigo. Hace unos quince años, me lo encontré en la puerta del colegio un día de fiesta. Éramos los únicos que no se acordaban que no había clase ese día. ¿Se imaginan? Otro tío allí, otro desgraciat compartiendo la miseria de haberse levantado y haber caminado hasta el colegio un día de fiesta. Allí mismo lo decidí: éste tío y yo vamos a ser buenos amigos. Quince años: ni nos regalamos en los cumpleaños ni me deja comentarios. Y otros quince que vengan.

(*) Tomado de www.imdb.com.

ps. Catorce días sin chocolate y subiendo. Sólo en cantidades homeopáticas el día de San Nicolás.

martes, 25 de noviembre de 2008

Algodão.

Llegó la nieve, y andamos todos un poco de mejor humor. Los isleños de la oficina interrumpimos nuestro otherwise frenético ritmo de trabajo, miramos afuera y pensamos...¡Qué raro!


Llegó la nieve, y hay que ir con cuidado, porque la tentación de hacer bolas y empezar una batalla es grande. Hasta el Teide está nevado:

Llegó la nieve, y las mañanas, por qué no, son ahora de algodón. Tengan todos un estupendo día, muchas gracias por pasar por aquí de vez en cuando.


ps. empieza el reto: no más chocolate hasta Navidad. Cero días y contando.

martes, 18 de noviembre de 2008

Singing in the Rhine.

Cuando llegué a Jena, parecía que la vida transcurría básicamente entre la Friedrich-Schiller-Universität y la Goethe Gallerie. Por eso, la primera vez que fui a Weimar me compré un CD con las cartas entre Schiller y Goethe leídas por dos actores. Un genuino rollo que nunca conseguí escuchar hasta el viernes pasado. Las tres horas de coche Jena-Mainz fueron en compañía de los dos genios contándose sus cosas. Además, los del CD tuvieron la idea de poner cada voz un altavoz distinto del estéro.

Fede, vente para Weimar. Schiller y Goethe se conocían personalmente, pero no eran exactamente fans el uno del otro. Sólo cuando Schiller le pide a Goethe que colabore en su revista (adulándole antes exageradamente) empiezan de verdad a intercambiarse ideas, consejos y deseos sinceros. Cinco años de cartas -325 km de carretera- dan para ética, estética, poética y demás rollos. Lo más divertido son -como siempre- los detalles: comentarios sobre la ineptitud de algunos actores, sobre cómo empapelar bien las paredes, inquietudes sobre la propia obra, quejas de salud, interés por los niños, la mujer, la casa.

Todo eso voy oyendo cuando yo mismo salgo de Jena, paso por Weimar (y veo la torre de Buchenwald siniestra aún desde lejos), sigo por Erfurt, paso por Eisenach y veo su Wartburg iluminado por la noche (patrimonio de la humanidad), cruzo justo después la "frontera interalemana", y pasando de puntillas por Frankfurt llego a Mainz (ciudad de Gutenberg), para subir al día siguiente por el Rín y llegar al risco Lorelei (patrimonio de la humanidad) y seguir al pueblo-postal Limburg. A la vuelta decido pasar por IKEA antes de volver a Jena, no vaya a ser que al llegar me dé por pensar que estoy en Alemania. Leute leute!


lunes, 10 de noviembre de 2008

Caras de Noviembre.

Es ist nicht mehr zu halten. Wir fluten jetzt(*).

El Teniente Coronel Jäger no sabe qué cara ponerle a los centenares de berlineses del Este que han venido al paso fronterizo de Bornholmerstrasse en Berlin-Prenzlauerberg. Ha habido un error burocrático retransmitido en directo por televisión: alguien ha malinterpretado un borrador interno como una normativa de vigencia inmediata. El incrédulo periodista pregunta de nuevo: ¿También vale en Berlín-Oeste? El miembro del Politbüro relee el párrafo. Se acabó, no hay marcha atrás. Está pasando, lo estás viendo.

¿Se imaginan la cara de Jäger? Las radios no paran de repetirlo:¡Han abierto el muro!. Y Jäger pensando: Pues a mí no me han dicho nada. Cada vez hay más gente que pide pasar. Jäger sale, habla con sus subordinados, intenta hablar con la superioridad pero no lo consige apenas. Por tanto, las órdenes siguen siendo las mismas que durante los últimos 20 años. Alrededor de las once de la noche del jueves 9 de Noviembre 1989 el Teniente Coronel Jäger decide abrir la barrera y poco después consigue ponerse en contacto con la STASI: No lo podemos contener. Esto se desborda(*).

Las caras. A la mañana siguiente, una estudiante de arquitectura que no ha salido de su cuarto (en un segundo patio interior en Berlín-Charlottenburg) en tres días intenta ir a clase el viernes. Llega molesta a la facultad, los autobuses parecen no funcionar bien, la gente anda agitada, hay mucho tráfico y se ven muchos coches de policía. Llega y pregunta a sus compañeros: ¿Qué pasa? Imagínense las caras. Más adelante, y más al sur -aquí en Thürigen- un padre decide visitar con su hijos en coche el Oeste, la primera aventura. Justo después de cruzar, se para en el primer supermercado. Le dice a cada uno de sus hijos que escoja una cosa de todo lo disponible en las estanterías. El más pequeño lo tiene claro: quiere un huevo Kinder Sorpresa. Eso es una sorpresa. Felicidades, Alemania.

* Comunicación entre Jäger y sus superiores de la STASI. La traducción es mía. (y un poco libre). Si hay una mejor, por favor dígamelo.


sábado, 8 de noviembre de 2008

Dos minutos y medio.

Im laughing at clouds, so dark up above(*)

En menos de dos minutos y medio, los Beatles hacían maravillas. 130 segundos de felicidad. Enlatada e infantil, pero efectiva. No conozco a nadie capaz de transmitir algo así en tan poco tiempo. Cualquier cosa que necesite más tiempo para ser expresada con claridad, probablemente no valga la pena.

A no ser que sea uno Gene Kelly, y pueda demostrarlo a lo largo de unos espléndidos cuatro minutos, convenciéndonos de que la lluvia no es tan mala. Aquí en Jena se le echa de menos. Llueve sobre mojado, niebla sobre nublado.

Intentamos distraernos de lo de siempre yendo a los bares de siempre: buena música y malas bebidas. A la velocidad del sonido, en dos minutos y medio, sólo llegaríamos a Erfurt. Socorro.

(*) Ver el vídeo de Gene Kelly. De verdad, se tiende a olvidar lo bueno que es.