martes, 26 de mayo de 2009

Desde Jena a Santa Bárbara.

Mientras mis amigos duermen la siesta en su apartamento de Santa Mónica, yo me distraigo en su salón -que también será mi dormitorio por esta noche. Después de una semana de sesudas conferencias, entre físicos teóricos y gente que en su laboratorio genera los eventos medibles más cortos conocidos. Por el campus, estudiantes en playeras y bicicletas nos recuerdan que, si pagas unos 40.000 dólares al año, la universidad es Disneylandia. Zonas ajardinadas, laguna, playa y monopatín. Se lleva un relajo generalizado que parece ser característico de California. Cerca del instituo de física teórica se van acabando los surferos y surferas sobre ruedas, y empiezan a aparecer los sospechos habituales: indios, chinos y más gente con pinta de no estar en Santa Bárbara por el buen tiempo. Con la ciudad universitaria vacía por el fin de semana largo, en la lavandería sólo queda la empleada:

No vayas a LA. Se supone que sólo hay freeways y mal rollo. Nos acercamos hasta el Getty Museum. Allí, entre remarcables(*) obras de arte, ella sigue esperando que la pasen de la terracota al mármol:


Aprovecho Santa Mónica, el amigo, la suerte y todo lo demás para saludar al Pacífico y acordarme de otro sitio:


(*) El spanglish está por todos lados, desde el agua reclamada, a remover la basura...

lunes, 4 de mayo de 2009

Desde Jena a Londres.

Una semana en Londres: curso, sesión de pósteres, simposio. Tema del congreso: control sobre la luz y, con suerte, de la materia. Londres ayudó con la luz, nosotros intentamos poner la materia. Sesión de pósteres ruidosa y corta, sesión de charlas ruidosa y larga. Gente agradable y ciencia buena. ¿Qué más se puede pedir?

El efecto British Museum. Cuando hay exceso de información, muchas personas intentan fijarse en los detalles. Quizá no resuman totalmente la información, pero a veces sirven para fijar algunas ideas. Cuando la información sobrepasa mi capacidad de interpretarla, intento hacer exactamente lo contrario. Puede pasar -y pasa- en conferencias en donde en vez de no perder detalle me fuerzo a "desenfocar" mi atención. La información que consiga llegarme así, a pesar de estar distraído, será aquella que realmente me interese, la que, cuatro días después de la charla, podré contarle a alguien. Es el efecto British Museum, depués de la quinta sala, se ha perdido la sensibilidad, más vale no fijarse en nada. Desenfocar la mirada y pasear, dejando que sea el propio museo -dónde está colocada una pieza, por qué delante de algunas hay mucha o poca genta- el que se encargue, sin preocuparnos de entender todo y no perder detalle.

Paseamos por Londres y al principio intento no perder detalle:

aunque al final acabe desenfocando la mirada: