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martes, 20 de enero de 2009

Crack.

Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que me la guardan.

En ese momento, cuando conseguí volver a dormirme, me alegré de haber conocido a áquel tipo. Situación: a las tres de la mañana de un lunes, mi cama decide que hasta aquí hemos llegado: adiós muchachos. Cayó en mi casa por casualidad, ha sido una fiel compañera en muchos pisos, mudanzas e incluso almacenes temporales. La cama ha sobrevivido a cinco casas, dos ciudades, un cambio de bici, de universidad, de novia y hasta de tema de tesis. Junto con la caja de herramientas, el reloj de pared y la librería.

Con sólo una pata de la cama rota (cuatro patas rotas permitirían poner el colchón sobre el suelo) me acordé de él, y de de su cama, siempre con cuatro montones de libros como patas. Nunca los tomos de Tolkien, Grass o Mann le habían sido tan útiles, decía. A Platón y a Nietzsche los iba intercambiando, de la cama a la librería, según su estado de ánimo.

Cierro los ojos y repaso la selección de libros que -hoy más que nunca- me van a ayudar a dormir. Una antología de poesía alemana -poco ojeada desde que la saqué de una caja de frutas un mercadillo en Berlín-, el Tambor de Hojalata que no he tocado desde que lo compré en Weimar (Günter Grass, gran productor de ladrillos), un libro sobre fisicoquímica que abro menos de lo que debería y para el ajuste fino, las 96 páginas la constitución alemana, también caída en mis manos sin yo quererlo. Debería leer más.

miércoles, 7 de enero de 2009

En blanco y negro.

Cinco de enero, mediodía, playa de Las Teresitas:
La foto NO es una postal.

Siete de enero, mediodía, en algún lugar entre Erfurt y Weimar:

La película es en color.

Se me había olvidado el taca-taca de la maleta en los adoquines, hoy amortiguado por la nieve compactada. Los higrómetros que dan palmas, los termómetros que se han dado la vuelta y el buzón que explota de publicidad. Salimos de casa y a casa llegamos.

jueves, 10 de abril de 2008

La torre.

Se debería tener más cuidado con lo que se dice. Dije que algún día un arquitecto me explicaría qué pinta esa torre en medio de Jena. Hoy he conocido a un arquitecto que me lo ha explicado. Sorprendentemente, el arquitecto me ha contado cosas sobre Jena y Weimar que yo no conocía. ¡Y yo que creía saberlo todo! El problema de conversar con otra gente es que pueden cambiar lo que uno piensa, incluso -quién sabe- pueden llegar a converlo de que no tiene razón. Maldita sea, los prejuicios ya no son lo que eran. If people are going to talk, conversation will be impossible (*).

Cuando uno no se toma en serio a sí mismo, corre el riesgo de que los demás sí lo hagan. El sentido de la complicidad, del entendimiento, tiende a confundirse con las ganas de pasárselo bien, o con las cervezas de más. Es una manera larga de decir que soy un bocazas.

El fútbol entra en el blog igual que el gol del Barça de hoy: en el último minuto y de carambola. No voy a negar que el Barça sea mejor que el Schalke, pero qué le voy a hacer, tiendo a estar con el que mejor juega, y ha sido el Schalke claramente. Un sabio definió la humildad como la capacidad de una persona de reconocer delante de otras que su equipo ha ganado injustamente. ¿Voluntarios?

(*) Sacado de un output (archivo con resultados) de un programa de cálculos cuánticos.