Mostrando entradas con la etiqueta Otoño. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Otoño. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de noviembre de 2009

Ex.

Como cualquier antigua novia que se merezca ese nombre, Berlín me recibe con una mezcla de sospecha y alegría. Contenta, pero sin dejar de pensar ¿Y qué querrá éste ahora de mí? Probablemente no le guste la soltura con la que intento moverme por sus calles. Las conozco más de lo que a ella le gustaría admitir. A mí -y también me cuesta reconocerlo- me duele un poco que ella siga encantadora como siempre. Esperaría que se fuera marchitando, que me recibiera con un Así estoy yo sin tí, pero está espléndida. Qué le vamos a hacer, ya me ha superado.

Paseo por sus calles como si viviera aquí, con tiempo en las manos y las manos en los bolsillos. Miro escaparates sin comprar nada. El barrio con más galerías de arte por metro lineal se ha convertido en el de más obras por metro cuadrado. No me esperaba menos de Berlín, la mejor ciudad del mundo para jugar al escondite:









domingo, 8 de noviembre de 2009

Ajena.

Las ciudades -nos guste o no- también nos habitan a nosotros. Se pasean por nosotros, nuestras esquinas y nuestras plazas. A veces haciéndonos sentir bien, otras dándonos escalofríos y en algunos casos, cogiéndonos cariño.

Jena debe de sospechar que la odio, y es cierto que motivos no le faltan. Se enfada y nos envuelve a los dos en una neblina que oculta sus vergüenzas. Luego se le pasa y me perdona. Se intenta poner coqueta, con dos o tres días de glorioso otoño de cielo azul y fuego en los árboles, aunque todo acaba quedando en buenas intenciones.

Con reflejos envidiables -me conoce bien-, cuando me voy a ir con otra a engañarla por dos o tres días, intenta que por lo menos me vaya con ganas de volver. Espero irme de aquí antes de que consiga convencerme del todo.

martes, 14 de octubre de 2008

Pasado perfecto, presente continuo.

Reunión relámpago en Berlín, cuatro años más tarde. Estupendo día de otoño:
Estupendo paseo por calles que no conocía, por calles que me sé de memoria. Mecadillo: chatarra, ropa vieja y talleres de verdad, donde un tipo engrasado hasta las cejas guarda repuestos de todo:

Talleres de Berlín, casas de Berlín: espacio y luz a buenos precios:
Domingo, ergo Brunch:
A la vuelta, la tarde se empeña en recordarme que estoy en Berlín, y que sigue habiendo un cielo enorme sobre la ciudad:

domingo, 28 de septiembre de 2008

Empieza el espectáculo.

Súbanse a un tren. Cojan la bici. Miren por la ventana: está llegando. Las hojas empiezan a rojear, el viento a soplar frío y los higrómetros...bueno, los higrómetros siguen marcando lo que les da la gana.

No supe muy bien lo que era el otoño hasta que llegué a Berlín, en donde -con mi legendaria habilidad para repetir las cosas- harté al personal con lo mucho que me impresionó mi primer otoño "de verdad".

Por eso siguen teniendo algo de principio. Es el momento. Pónganse el jersey, saquen la boina. Pasen y vean.