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lunes, 10 de noviembre de 2008

Caras de Noviembre.

Es ist nicht mehr zu halten. Wir fluten jetzt(*).

El Teniente Coronel Jäger no sabe qué cara ponerle a los centenares de berlineses del Este que han venido al paso fronterizo de Bornholmerstrasse en Berlin-Prenzlauerberg. Ha habido un error burocrático retransmitido en directo por televisión: alguien ha malinterpretado un borrador interno como una normativa de vigencia inmediata. El incrédulo periodista pregunta de nuevo: ¿También vale en Berlín-Oeste? El miembro del Politbüro relee el párrafo. Se acabó, no hay marcha atrás. Está pasando, lo estás viendo.

¿Se imaginan la cara de Jäger? Las radios no paran de repetirlo:¡Han abierto el muro!. Y Jäger pensando: Pues a mí no me han dicho nada. Cada vez hay más gente que pide pasar. Jäger sale, habla con sus subordinados, intenta hablar con la superioridad pero no lo consige apenas. Por tanto, las órdenes siguen siendo las mismas que durante los últimos 20 años. Alrededor de las once de la noche del jueves 9 de Noviembre 1989 el Teniente Coronel Jäger decide abrir la barrera y poco después consigue ponerse en contacto con la STASI: No lo podemos contener. Esto se desborda(*).

Las caras. A la mañana siguiente, una estudiante de arquitectura que no ha salido de su cuarto (en un segundo patio interior en Berlín-Charlottenburg) en tres días intenta ir a clase el viernes. Llega molesta a la facultad, los autobuses parecen no funcionar bien, la gente anda agitada, hay mucho tráfico y se ven muchos coches de policía. Llega y pregunta a sus compañeros: ¿Qué pasa? Imagínense las caras. Más adelante, y más al sur -aquí en Thürigen- un padre decide visitar con su hijos en coche el Oeste, la primera aventura. Justo después de cruzar, se para en el primer supermercado. Le dice a cada uno de sus hijos que escoja una cosa de todo lo disponible en las estanterías. El más pequeño lo tiene claro: quiere un huevo Kinder Sorpresa. Eso es una sorpresa. Felicidades, Alemania.

* Comunicación entre Jäger y sus superiores de la STASI. La traducción es mía. (y un poco libre). Si hay una mejor, por favor dígamelo.


miércoles, 10 de septiembre de 2008

Berlín en bici.

Lo primero que hizo mi primera bicicleta de Berlín fue romperse. Tampoco los 25 euros que le acabamos pagando a aquel tipo en el mercadillo daban para discutir. Pero, aquella bici, incluso rota, valía más. Al día siguiente recorrí media ciudad para poder arreglarla gastando lo menos posible. Más tarde supe que sería algo típico de erasmus: moverse quince kilómetros para ahorrar seis euros. Tuvo la delicadeza de romperse la última noche de fiesta con los compañeros del piso. Estuvo dos meses en el mismo sitio donde se rompió: una farola frente al Kaffee Burger.

Llevo tres años cargándola rota. Una época estuvo aparcada sin candado en mi residencia, con la esperanza de que alguien se diera cuenta de que -aunque rota- era una buena bici. Me fui por segunda vez de la residencia. Allí seguía meses más tarde, hasta que un día decidí que se había ganado a pulso el que me la llevara de nuevo conmigo. En Jena, por estar mi cuarto encima del garaje, hasta duermo encima de ella.


Aunque lleve ya casi tres años utilizando otra bicicleta, siempre lo hago pensando que es algo temporal hasta que arregle la de verdad. No hay nada más definitivo que lo que se llama temporal. Por suerte, no hay nada más temporal que las cosas que nos parecen definitivas. Menos mal.

lunes, 3 de marzo de 2008

IKEA state of mind

Hace tiempo me di cuenta de por qué me gusta montar muebles de Ikea. Son el problema perfecto. Un puzzle en 3D que se hace con herramientas. No son muy difíciles de montar, pero tienen la dificultad suficiente como para que, al terminar, se pueda disfrutar un poco de esa sensación que se tiene cuando se resuelve un problema. Lo que nunca pensé es que también el somier hubiera que montarlo tabla a tabla!

Mi cama debe ser de las pocas cosas de mi casa que no son de Ikea. Cuando hice mi primera mudanza en Berlín, saliendo de la residencia en Schlachtensee con otros 3 erasmus a un piso en Prenzlauer Berg, casi nadie compró muebles Ikea (esos vinieron con la primera beca de verdad). Alquilamos una furgoneta inmensa y fuimos siguiendo anuncios de gente que se quería deshacer de muebles grandes y los regalaba. La cama fue uno de ellos. Así fue como mi Mitbewohner, un companiero gaditano que algún día dejará un comentario, durmió sus últimos seis meses en Berlín en una cama que alguien quiso regalar. Después hubo que llevarla a casa de una amiga para guardarla 6 meses (en Schöneberg), en los que yo regresé a la residencia. Cuando volví al centro, a un piso, de nuevo a sacarla y subirla, esta vez a Berlin Mitte. Su último destino ha sido Jena. Nunca un regalo dió tanto de si. Lo curioso de todo es que ninguno de los transportes fue con la misma gente. En las tres mudanzas he tenido ayuda siempre de gente distinta. Primero los erasmus 04/05 (se fueron), luego los erasmus 05/06 (se fueron también) y por último unos companieros del trabajo (se vinieron a Jena también).

Y como hablo del piso de Berlín Prenzlauer Berg y el otro día de ventanas, ahí va la foto. Es desde balcón, a la esquina Danziger Str. / Greifswalder Str. La esquina del fondo es Danziger / Prenzlauer Allee, y un la siguiente sería ya U Eberswalder Str. Mi ventana daba al balcón, orientado al sur, y la casa era un piso 3°, con lo que en verano los atardeceres eran así. Algún día diré algo sobre El cielo sobre Berlín: