El humor, sobretodo el escrito, parece una cosa difícil. Si uno se pone delante de una hoja en blanco e intenta llenarla, más temprano que tarde acabará en algo descriptivo o en algo melancólico. Un amigo nos contaba ayer que sólo le daba por escribir en su diario cuando está triste. Después, al leerlo, da la impresión de que él es muy triste y melancólico. Pojclaro.
Nadie se sienta a escribir "Entra un tipo un bar y le dice al camarero...". Eso es difícil. El escritor sin ideas de Desayuno con Diamantes no sabe sobre qué escribir, y se pone a contar lo que le pasa, es decir, escribe sobre su vecina, Audrey Hepburn). En ese momento oye sonar la que quizá sea una de las mejores canciones del cine, Moonriver, y George Peppard(*) sale a la ventana, ve a la chica tocando la guitarra y se enamora de ella. Vale, todo muy cursi, pero ninguno nos imaginamos el enamoramiento si Audrey cantara una rumba de Peret. La melancolía vende más que el humor.
El humor tiene una carga importante de sorpresa, inesperada. Por eso quizá todo el mundo diga que es más fácil escribir un buen drama que una buena comedia. Yo estoy en la cola de la mensa. Voy a pagar, la cajera me pide 2ct sueltos. Le digo que no que no tengo. De pronto me acuerdo de que sí, los saco del fondo del bolsillo. Bromeo -Usted sabía que yo los tenía. La cajera, como no hay nadie, se anima -Puedo ver a través de sus pantalones. Me quedo callado. Lo ha oído alguien más? Intento mantener la sonrisa, para que la cajera no se dé cuenta del caramelo que me acaba de poner en la boca. Se da cuenta -Bueno, eso último no lo tendría que haber dicho. Estoy un poco suelta. Me da la vuelta y me voy a la mesa pensando en este post. Alguien escribe el resto del guión?
(*) Pensar que acabó de jefe del Equipo A le da perspectiva. Me encanta que los planes salgan bien.
Nadie se sienta a escribir "Entra un tipo un bar y le dice al camarero...". Eso es difícil. El escritor sin ideas de Desayuno con Diamantes no sabe sobre qué escribir, y se pone a contar lo que le pasa, es decir, escribe sobre su vecina, Audrey Hepburn). En ese momento oye sonar la que quizá sea una de las mejores canciones del cine, Moonriver, y George Peppard(*) sale a la ventana, ve a la chica tocando la guitarra y se enamora de ella. Vale, todo muy cursi, pero ninguno nos imaginamos el enamoramiento si Audrey cantara una rumba de Peret. La melancolía vende más que el humor.
El humor tiene una carga importante de sorpresa, inesperada. Por eso quizá todo el mundo diga que es más fácil escribir un buen drama que una buena comedia. Yo estoy en la cola de la mensa. Voy a pagar, la cajera me pide 2ct sueltos. Le digo que no que no tengo. De pronto me acuerdo de que sí, los saco del fondo del bolsillo. Bromeo -Usted sabía que yo los tenía. La cajera, como no hay nadie, se anima -Puedo ver a través de sus pantalones. Me quedo callado. Lo ha oído alguien más? Intento mantener la sonrisa, para que la cajera no se dé cuenta del caramelo que me acaba de poner en la boca. Se da cuenta -Bueno, eso último no lo tendría que haber dicho. Estoy un poco suelta. Me da la vuelta y me voy a la mesa pensando en este post. Alguien escribe el resto del guión?
(*) Pensar que acabó de jefe del Equipo A le da perspectiva. Me encanta que los planes salgan bien.