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miércoles, 19 de marzo de 2008

Jena - Berlin - Madrid - Tenerife

El viaje a Berlín (desde Jena) lo hice de en Mitfahrzentrale, con otros tres alemanotes(*). El chófer bastante locker, detrás de él, a mi izquierda un erstsemestler y delante de mí un tío con pinta de estudiar BWL (empresariales) que estudiaba BWL. Los 3 pasajeros nos dimos cuenta de que el chófer iba bastante rápido, todos debimos pensar "se conocerá el camino". Cuando íbamos a 100 km/h por una carretera de 70 km/h, el BWLer le preguntó "Haces este camino muy a menudo, no?". El chófer, apartando la vista de la carretera: "Mi primera vez, tío!". Cuando salimos a la autopista y nos pilló la tormenta de nieve, juraría que el otro pasajero se puso a rezar. Creo que se le pasó por la cabeza darme la mano. Y yo pensando "¿Y si me muero y no me entero de que pasa con el Chiki-Chiki?".

Berlín me recibió con una viejita sacando botellines de las papeleras en la parada del metro. Tenía una trayecto largo hasta casa, así que aproveché para comprar la BZ del sábado. No todo van a ser citas de Kafka y cuadros de Friedrich. Hablando de su ventana, y de mis olvidos: se me quedó el póster en el coche, e iba a ser el regalo para el día del padre. Ahora sólo estoy a unos 3.600 kms de él (del póster). Por cierto, al acabar el trayecto de metro, se le da el billete al punki/jipi/raro de guardia, para que lo revenda.

Desde que vivo en Alemania, aprovecho las vueltas a casa, si paso por Madrid, para visitar a algún amigo, o hacer que me visite en Madrid Barajas. Anoche empecé a hacer lo mismo en Berlín. Hace unas horas, en Madrid. Ahora, por fin en casa. Qué suerte vivir aquí.

(*) Un alemanote es un alemán grandote. Como el españolito, pero al revés (¿?)

lunes, 25 de febrero de 2008

Vuelta a Jena

Después de un fin de semana en Madrid, vuelvo a Jena. Siempre que vuelvo tengo la misma sensación de los primeros días. Voy pensando, mientras bajo las escaleras de la estación (que se llama Paradies), "Mmh...así que aquí es donde vivo yo". Miro un poco sorprendido a las cosas que ya deberían haberme dejado de sorprender. En el trayecto a casa, los adoquines se encargan de recordarle a mi maleta, a mí, y a cualquiera que esté a menos de 50m que hemos vuelto a Jena. Al pasar por el único sitio donde sé que lo tienen, compro EL PAIS del día anterior (no lo pude comprar en Madrid).

La sensación de llegar a casa sólo la tengo cuando de verdad llego a mi piso. Mi buzón rebosante de publicidad me saluda. Abro la puerta y compruebo que mis dos higrómetros siguen sin hablarse (55% digital vs. 81% analógico). Preparo la cafetera y le dedico un tiempo a separar las toneladas de papel impreso que los publicistas alemanes han preparado para mí, y descubro que no sólo ellos, sino también los de la tarjeta de crédito y los de la revista Focus se acuerdan de mí. Deben de ser los mismos, porque la suscripción a lo uno me vino con petición de lo otro. Sobrevuelo el Focus mientras acabo el café recién hecho (el tren me adormila un poco, siempre) y leo en el teletexto (sí, no tengo internet en casa) que le han dado el Oscar a Javier Bardem. Ducha y al trabajo.

Y, sí, después de escribir un mail algo cabreado para un tío algo desagradable, entro en mi pobre blog, que lo tengo abandonado y hasta mal diseñado (según me cuentan). Y todo el monólogo interior que llevo preparando para poner aquí se me queda en nada y me parece poco interesante, así que escribo este pequeño diario y basta, que no se puede ser gracioso y/o entretenido siempre, no?