Súbanse a un tren. Cojan la bici. Miren por la ventana: está llegando. Las hojas empiezan a rojear, el viento a soplar frío y los higrómetros...bueno, los higrómetros siguen marcando lo que les da la gana.
No supe muy bien lo que era el otoño hasta que llegué a Berlín, en donde -con mi legendaria habilidad para repetir las cosas- harté al personal con lo mucho que me impresionó mi primer otoño "de verdad".
Por eso siguen teniendo algo de principio. Es el momento. Pónganse el jersey, saquen la boina. Pasen y vean.
No supe muy bien lo que era el otoño hasta que llegué a Berlín, en donde -con mi legendaria habilidad para repetir las cosas- harté al personal con lo mucho que me impresionó mi primer otoño "de verdad".
Por eso siguen teniendo algo de principio. Es el momento. Pónganse el jersey, saquen la boina. Pasen y vean.
4 comentarios:
Pero si llevamos cas un mes ya con el jersey puesto...
Y ver, cuando la niebla nos deje...
El otoño es muy suyo. En otras latitudes se reconoce que ha llegado porque aparece "el mes de las calmas". Me gusta más lo del jersey.
Lo bueno es que lo sientas en el momento en que pasa: "sólo lo fugitivo permanece y dura".
Hola Guille!
Me descubrieron tu blog por este post, ya que a mí también me ha dado por hablar un poco del otoño en estas tierras nórdicas. Curioso que nos llamen la atención las mismas cosas! Te seguiré la pista, siempre es interesante leer a otros expatriados :P
Un saludo desde Amberes!
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