lunes, 27 de octubre de 2008

Ruido.

A aquél perrillo que tuvimos algún tiempo en casa le poníamos una radio encendida, o un despertador que hiciera tic-tac para que se durmiera. Algo de ruido, algo de compañía. A veces me acuerdo de él, cuando me duermo agarrado a la bolsa de agua caliente y oyendo el reloj de pared tic-tac.

Los ruidos tienen funcionan mejor que los olores o los sabores. Los últimos suelen recordar cosas abstractas, sensaciones, puede que algún recuerdo de la infancia? El ruido es concreto, reconocible, reproducible. El exprimidor de naranjas por la mañana: mi padre. El tenedor batiendo huevos para la tortilla: mi madre. Unos acordes de guitarra que se repiten en el cuarto de al lado: mi hermana. Un reloj -tempus fugit- que suena desafinado e incomprensible en el salón: mi casa.

Ruido en la cabeza, ruido en las ideas, ruido bueno. Disculpen las molestias, estamos en obras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene que ver con el ruidismo?

Y pensar que alguno de estos los he visto en directo...

Guille dijo...

Vaya horitas...
Saludets!
G.

Anónimo dijo...

Obras?: piquetas?, ¿tractores que hacen sonar un pitido que se te clava entre las sienes? ¿ruidos que taladran la cabeza a las 7 y media de la mañana y que inexplicablemente paran una hora después? No sé de qué me hablas.