Se llamaba Jorge. Tenía gafas, ojos azules y era andaluz. No recuerdo mucho más. Era primo de una amiga, o amigo de alguna prima. El caso es que aquel verano lo pasó en Tenerife. Todo el mundo se acuerda de sus primos o de sus amigos "los de Tenerife" cuando llega el verano.
Por las tardes íbamos al minigolf del Parque, con más gente, seguramente con su prima/amiga a quien voy recordando a medida que escribo. Aquella tarde yo no fui, y él quiso saber por qué. Vino a mi casa. Le expliqué -LLevo dos semanas atascado en esta pantalla del juego de ordenador. No recuerdo la edad que tenía. Creía saber lo que era ser listo. En clase distinguía los listos de los tontos, también en los cuentos, o en los dibujos animados. Creía saber lo que era la inteligencia. Aquel tipo echó un vistazo a la pantalla, se quedó callado unos segundos y click, click, resolvió el puzzle. Aquel individuo enclenque, a quien ganaba siempre al minigolf, había utilizado SU cabeza para solucionar aquello siguendo una lógica no visible que obedecía reglas y pistas -para mí, al menos- no directamente mostradas en la pantalla. Me impresionó.
Desde aquella tarde, me he encontrado con muchos tipos de inteligencias, algunas muy sofisticadas, pero creo que nunca admiraré tanto a ninguna como la de aquel al tipo al que nunca volví a ver y que supo, en una mirada, resolver un juego de ordenador. A partir de ahí, me interesó más comprobar cómo las inteligencias no van ligadas a nada más. Inteligencias narrativas, inteligencias futbolísticas, inteligencias sociales, inteligencias -las mejores- amorosas. Inteligencias a corto plazo: dan soluciones no óptimas -pero sobre la marcha- a los problemas. Inteligencias analíticas: no tienen ni idea del problema concreto, pero oyendo -y mal- algunos trozos consiguen dar soluciones. Como me está diciendo un amigo ahora mismo -al que he regalado este post y una canción de título parecido- al final, la inteligencia no garantiza nada!
Por las tardes íbamos al minigolf del Parque, con más gente, seguramente con su prima/amiga a quien voy recordando a medida que escribo. Aquella tarde yo no fui, y él quiso saber por qué. Vino a mi casa. Le expliqué -LLevo dos semanas atascado en esta pantalla del juego de ordenador. No recuerdo la edad que tenía. Creía saber lo que era ser listo. En clase distinguía los listos de los tontos, también en los cuentos, o en los dibujos animados. Creía saber lo que era la inteligencia. Aquel tipo echó un vistazo a la pantalla, se quedó callado unos segundos y click, click, resolvió el puzzle. Aquel individuo enclenque, a quien ganaba siempre al minigolf, había utilizado SU cabeza para solucionar aquello siguendo una lógica no visible que obedecía reglas y pistas -para mí, al menos- no directamente mostradas en la pantalla. Me impresionó.
Desde aquella tarde, me he encontrado con muchos tipos de inteligencias, algunas muy sofisticadas, pero creo que nunca admiraré tanto a ninguna como la de aquel al tipo al que nunca volví a ver y que supo, en una mirada, resolver un juego de ordenador. A partir de ahí, me interesó más comprobar cómo las inteligencias no van ligadas a nada más. Inteligencias narrativas, inteligencias futbolísticas, inteligencias sociales, inteligencias -las mejores- amorosas. Inteligencias a corto plazo: dan soluciones no óptimas -pero sobre la marcha- a los problemas. Inteligencias analíticas: no tienen ni idea del problema concreto, pero oyendo -y mal- algunos trozos consiguen dar soluciones. Como me está diciendo un amigo ahora mismo -al que he regalado este post y una canción de título parecido- al final, la inteligencia no garantiza nada!
3 comentarios:
No se me ocurre ningún comentario inteligente...
Madre mía, con lo del juego me has recordado a mi amigo Carlos C. (hace muchíííísimos años que no le veo), una de las personas más inteligentes que he conocido. Un día me quedé alucinado viéndole jugar al "Busca minas" del Windoows, se ponía la pantalla más grande que podía y pinchaba como loco casilla tras casilla sin pararse a pensar hasta que de repente paraba. La primera vez que le vi hacerlo le pregunté, "¿por qué paras?" y me dijo "porque ahora pinche donde pinche me explota una mina". Fue alucinante.
En la relación de "inteligencias" falta la más importante, la que te permite ser feliz, la inteligencia emocional.
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