lunes, 28 de abril de 2008

Fin de semana de excursión.

Las excursiones se crearon con un único fin: compilar la música variada para el viaje. Antes del iPod, el mp3 e incluso de los CDs, estaban las cintas. Mi hermana (varios años mayor que yo) tiene -no sé si todavía- una buena colección de cintas hechas por ella misma. La recuerdo incluso haciendo el cálculo del orden de las canciones para que ninguna se quedara a mitad al final de una cara. Hoy las memorias son casi ilimitadas. El espacio limitado del casette refina el gusto, qué entra y qué no entra. Ahora se descargan álbumes en unos minutos y se almacenan para escuchar cuando se tenga tiempo. Tampoco me parece mal, pero nada tiene tanto arte, tanto history in the making como ESA CINTA que nos quedó especialmente bien (¿quizá de 90 minutos?), variada pero con un claro espíritu que la impregna y atraviesa. O aquella que te prestó algún desgraciado y todavía conservas. ¿Alguna declaración -velada- de intenciones amoroso-hormonales en clave ferromagnética?

Guille y la fábrica de chocolate. Da igual que estuviera cerrada y sólo estuviéramos en la tienda. He pisado el cielo, he olido el paraíso. Una vez estuve en el museo del chocolate -no como pieza de exposición- y casi le doy un mordisco a una señora que tenía al lado. Después de una hora oliendo chocolate muerdo lo que sea. Frutración a posteriori: he comprado pralinés que llevan licor. ¿Alguna se ha visto a ALGUIEN ALEGRARSE de que el chocolate lleve licor? Es antinatural. El como si alguien dijera de pronto sonriendo al morder una galleta: ¡Mmmmmhh, pensé que eran de chocolate, pero NO: son pasas! ¡Qué rico!

Y tres.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El espiritu del DJ, las dobles platinas, los cuenta vueltas...aix...

Pero y esas sesiones de DJ youtubero...

No cambio el presente por el pasado....una buena selección el el mp3, aleatorio, y felicidad...

Jose dijo...

Guille, estoy de acuerdo contigo, hacer una buena cinta para un viaje era todo un arte. En cualquier excursión del cole podía marcar un antes y un después en la vida de un adolescente. Pero ahora la cosa no ha mejorado mucho, tener una buena biblioteca de MP3 no es tarea fácil, ¿has intentado alguna vez tener la biblioteca del iTunes ordenada? eso si que es misión imposible (tu, tu, tutututu, tutututu, tutututu... tinoni, tinoni...).

¿Dónde están esos maravillosos vinilos, con ese zumbido añejo de la tan menospreciada aguja?

Con respecto a lo bombones con licor. Estoy nuevamente de acuerdo contigo, y estoy seguro que es una trama de las multinacionales para, por un lado, ahorrarse dinero en rellenar por completo el bombón de chocolate y por otro lado alcoholizar a la población y que así no paren de comprar bombones.

Lo reconozco... soy adicto al chocolate.

Carmen Maria dijo...

Qué tiempos los de las cintas de 90. Yo aún conservo algunas, como un recuerdo de lo que había que currar para tener una cinta decente, con tus canciones favoritas para que se te hiciera llevadero el viaje en tren desde la uni hasta casa (en mi caso eran cuatro horas de tren los viernes y otras tantas los domingos).

Anónimo dijo...

Ahhh qué tiempos aquellos de las cintas, del maletín de 24 debajo del asiento y del corta y pega para que no quedara espacio en blanco. Vale que el reproductor de gigas da muchas más opciones y pesa menos, pero currarse una cinta como las de tu hermana era arte...

Y para esta melancolía...nada mejor que un buen chocolate negro y sin sorpresas