jueves, 1 de mayo de 2008

Einstein o la euforia de la caída.

Oí decir a un saltador de altura que nada se puede comparar con el punto más alto de un salto. Las cámaras colocadas a la altura del listón captan ese momento. El cuerpo se va tensando lentamente, dejando de ganar altura. Todos y cada uno de sus músculos están bajo control. Y en lo más alto, el tiempo se para, y sólo hay en una cosa en su cabeza: volar.

Ahí: Esa fracción de segundo. Cada detalle -el agarre de la pértiga, el primer paso de la carrera, el control de su respiración- le ha hecho volar por un momento. Ese momento pasa, atrás queda el listón. El corazón vuelve a latir, el cuerpo a gana velocidad, y el atleta se entrega a la euforia de la caída.

Einstein dijo que intentó dar respuesta a una pregunta simple: ¿siente un cuerpo su propio peso cuando cae?*. Otro físico que se empeñó en llevarle la contraria -Dios SÍ juega a los dados.-, Stephen Hawking, ha pasado gran parte de su vida en una silla de ruedas. Hoy en día está casi paralizado por completo. Hace un año la NASA lo subió a un avión, y durante unos minutos le hizo "caer" al vacío. El avión y el físico dentro cayendo juntos, simulando ingravidez. Flotó Hawking, liberado del peso de su propio cuerpo por primera vez en muchos años. Su páralisis casi total no consiguió impedirle lo expresara. Fíjense en su cara: la euforia de la caída.

* La pregunta "parece" simple, pero yo creo que no la entiendo.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo ahora no caigo...

Anónimo dijo...

Yo tampoco la entiendo, es más creo que ni siquiera Einstein quería decir lo que se dice que dijo. Sólo murmuró entre dientes "como no le salga bien se va a dar una..."