miércoles, 31 de diciembre de 2008

Una hora menos.

Habrá sido el mojo. Las cinco Doradas de la comida y los seis Arehucas de después no creo que tengan nada que ver con la mañana un poco confusa. Para despejarse, menos mal que -por estar donde estamos- se puede hacer ésto:

La cajera del supermercado va pasando la compra a mucha velocidad. Al mismo tiempo, por teléfono., intenta convencer al peluquero de que la coja esta tarde -...yo...marcar y peinar...sí, eso...y mi madre sólo para el color...- Sin dejar de hablar, cobra, apunta una dirección y mete la compra en bolsas de plástico. (¡Sí, plástico!). Al lado, un pibe de no más de doce años le pregunta desconsolado a la panadera que qué panes se pueden comer teniendo aparato en los dientes. Ella se ríe y desde la cola le veo brillar la ortodoncia: Llévate de éste mi niño.

Aquí estamos, una hora menos, un año más. Empieza terremoto 2009.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Happy landing.

En la larguísima y aburrida cola del control de segurdidad en el aeropuerto de Frankfurt me pongo a tararear...for the sake of having you near..., al tiempo que me pregunto por qué demonios me seguirá gustando viajar solo. Olvidados los considerables esfuerzos para ajustar fechas, precios y vacaciones, ya sólo queda viajar.

Tarareaba también ayer, al volante y rumbo al Oeste, mientras mi tímido y aburido compañero de coche dejaba de mirar la lluviosa puesta de sol para lanzarme miradas inquietas por el rabillo del ojo.

Tarareo finalmente, acabado de aterrizar, mientras espero mi maleta. Llegamos al Sur del Sur:l os 19º C, la hora menos y la soleada puesta de sol se ríen de mi abrigo. I got you under my skin.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Ja, wir können.

En un delicioso gesto de alemanidad, el Tribunal Constitucional Federal de Karlsruhe se ha tumbado una ley por anticonstitucional, así, directamente. El por qué toda esta historia exuda alemanidad -de la buena, o como mucho de la neutra- por todas partes es algo que intentaré explicar.

En primer lugar puede uno preguntarse por qué el Tribunal Constitucional Federal está en Karlsruhe (y no en Berlín o Bonn, por ejemplo). Respuesta: los tribunales federales alemanes, que juzgan para toda la República están repartidos por el todo el país: el de Asuntos Laborales está aquí en Erfurt, el de Administrativos en Leipzig, el correspondiente a Finanzas en Munich. Se trata de escenificar la descentralización del poder judicial -con el toque alemán: al pie de la letra. En España, mucha mala política regional se consigue como oposición a ese ente, central, etéreo e intangible llamado Madrid. Eso aquí pasa mucho menos. ¿Qué pasaría si los caciques regionales no pudieran asustar a la gente con el fantasma de Madrid?

Volviendo a los alemanes ¿de qué ley estamos hablando? Se trata en realiad de una reforma de la ley conocida como Pendlerpauschale, que en su nombre ya contiene la alemanísima e intraducible partícula pauschal, que es un gasto fijo que no depende de la cantidad de servicios prestados (los minutos de teléfono, litros de agua, meses de contrato etc*). Ésta ley, con más de 100 años de antiguedad en Alemania (o Prusia), establece un valor determinado a devolver de los impuestos por c/kilómetro recorrido entre domicilio y trabajo. Mientras algunos la encuadran dentro de la tradición social alemana (intenta ayudar a los que viven en zonas sin trabajo), otros la consideran antiecológica o peor aún, impulsora de las ciudades dormitorio. ¿Qué hacemos los demás? Sentarnos a ver a los alemanes haciendo lo que más les gusta: discutir no sobre un juego, sino sobre las normas que lo rigen (mi último ejemplo preferido, la Rechtschreibreform).

Dónde, en qué medida, en qué casos, con qué excepciones se aplica el qué, cuándo, a quién. Regeln, Regeln, Regeln. ¿Exactamente qué es lo que había de anticonstitucional en la reforma? Pues que la ley -con más de 100 años- retribuía todos los kilómetros, y la reforma que entró en vigor en enero de 2007- la que en realidad se han tumbado en Karlsruhe- sólo reconcía a partir del km 20. Osea, los que trabajan en el pueblo de al lado (media Alemania trabaja en el pueblo de al lado) se van con las manos vacías. Lo que nos trae todavía más aspectos alemanes(**) de la historia: la tendencia alemana a desglosar el coste de las cosas, dividirlas en tramos proporcionales a otras cosas, ajustarlas a determinados factores. Ejemplos:

a) los sueldos que se cobran en función de la edad, antiguedad, hijos o pareja y, muy importante, el convenio colectivo (Tarifvertrag) que se aplique. b) El porcentaje de gastos paga el inquilino cuando se renueva una casa en función de si se renueva la cocina, el baño o un dormitorio, y de los años que se han vivido en ella(***). c) Cuánto y cómo se contribuye a los gastos de una comunidad(Nebenkosten) de viviendas en función del area total de los radiadores de cada vivienda y de si se ha vivido en meses de invierno o de verano (corolario: qué meses específicamente, puesto que no es lo mismo un mes de calefacción en noviembre que en febrero). Último ejemplo y e), cuando después de una cena romántica en un restaurante, a la luz de la velas, llega la camarera y le pregunta a la parejita si pagan juntos o separados.

Ésto último vuelve a poner de relieve la alemanidad de la sentencia de Karslruhe: el Ich bin doch nicht blöd, exportado a España -ésto sí- traducido como Yo no soy tonto. Lo que se diría en Sevilla, vaya, "ser de la cofradía del puño cerrado". Al consumidor alemán no le toma el pelo nadie (para eso tienen la TÜV, el instituto DIN, la Stiftung Warentest o la dirección www.was-steht-auf-dem-ei.de****), y en cuestiones económicas muchísimo menos el propio Gobierno Alemán. Ellos pagan (pagamos) impuestos, y bastante altos, pero ni un céntimo más. El consumidor (o inquilino, o contribuyente) alemán está organizado, federado y enterado de todo Schnäppchen (chollo o ganga) para ahorrarse unos centimillos. La demanda ha sido interpuesta por -atención- un ingeniero y un panadero contra -atención- el ¡Gobierno Federal! contando, eso sí, con el apoyo de -atención- la federación alemana de contribuyentes.

A todo ésto, los de hacienda, están temblando a la espera de que Melchor, Gaspar y Baltasar les envíen una copia corregida de su declaración de impuestos del año 2007 pidiendo lo que les tienen que devolver. Feliz Navidad y perdón por el rollo.

*A veces coincide con tasas (por hacer un trámite administrativo, por ejemplo).
** ¿Cómo está la cosa en España?
*** Que todo el mundo se lea bien su contrato. Está ahí.
**** Vayan a la nevera y miren dentro del cartón de huevos. Está ahí.

ps. ponemos a cero el contador del chocolate. La presión social. Una cosa llevó a la otra y...

martes, 9 de diciembre de 2008

Volver.

Después de una larga afonía mental y todavía bajo un síndrome de abstinencia de chocolate, algunas visitas (como vistado y como visitante) me han entretenido como para no escribir. Es el momento de volver, con la frente más chica.

Flashback: En la buenísima Una historia del Bronx(*), Robert De Niro intenta que su hijo Calogero no se enamore del gángster local (Chaz Palminteri, que además firma la obra original y el guión adaptado*) y le acabe sustituyendo como figura paterna. En un momento memorable de película -anterior a la era pop de los mafiosos, véase Los Soprano, Una Terapia Peligrosa etc-, el adolescente escucha atento el consejo del gángster sobre cómo reconocer a la mujer de su vida: el test de la puerta del coche. Sin pedírselo, la chica abrirá desde dentro el seguro de la puerta del conductor después de haberse subido al coche.

Bien, nunca tuve un coche para llevar la prueba a cabo, pero algo parecido me ocurrió con un amigo. Hace unos quince años, me lo encontré en la puerta del colegio un día de fiesta. Éramos los únicos que no se acordaban que no había clase ese día. ¿Se imaginan? Otro tío allí, otro desgraciat compartiendo la miseria de haberse levantado y haber caminado hasta el colegio un día de fiesta. Allí mismo lo decidí: éste tío y yo vamos a ser buenos amigos. Quince años: ni nos regalamos en los cumpleaños ni me deja comentarios. Y otros quince que vengan.

(*) Tomado de www.imdb.com.

ps. Catorce días sin chocolate y subiendo. Sólo en cantidades homeopáticas el día de San Nicolás.