El pobre Miroslav Klose -alemán- está en el suelo. Repetición: se le ve corriendo (muy despacio), y por la derecha entra la pierna de un jugador español. El pie se va acercando y finalmente impacta: justo ahí. AHÍ. Donde más duele. Todos, absolutamente TODOS los hombres que estamos en el bar -españoles, alemanes, americanos, indios, chinos- gritamos a la vez ¡Ouuuuu! arrugamos la cara y nos encogemos instintivamente. Las hormonas, es lo que tiene.
El barrio es una especie de barrio deportivo, por todos lados bares llenos de pantallas con ocho partidos de béisbol a la vez. Por un momento pensé que también era el bario gay. Muy gay. Exageradamente gay: resulta que era el día del orgullo y yo no sabía nada. No leer periódicos locales, es lo que tiene.
Ya de vuelta, comparto el metro con varias reinonas algo pasadas y un poli que va resolviendo sudoku tras sudoku. Delante de mí, una chica lleva la constante de Planck tatuada en el hombro. No puede ser. Voy con la mirada del poli a las drags, de las drags al poli y de nuevo al hombro. ¿Le pregunto, no le pregunto? La incertidumbre, es lo que tiene.
El barrio es una especie de barrio deportivo, por todos lados bares llenos de pantallas con ocho partidos de béisbol a la vez. Por un momento pensé que también era el bario gay. Muy gay. Exageradamente gay: resulta que era el día del orgullo y yo no sabía nada. No leer periódicos locales, es lo que tiene.
Ya de vuelta, comparto el metro con varias reinonas algo pasadas y un poli que va resolviendo sudoku tras sudoku. Delante de mí, una chica lleva la constante de Planck tatuada en el hombro. No puede ser. Voy con la mirada del poli a las drags, de las drags al poli y de nuevo al hombro. ¿Le pregunto, no le pregunto? La incertidumbre, es lo que tiene.